01 septiembre 2013

Bipolares circunstancias.

Los problemas acechaban en cualquier etapa de su vida, unas más, otras menos, pero siempre estaban ahí. Por mucho que se preguntara que había hecho mal no obtenía respuesta a esa ridícula e irónica pregunta. Vislumbraba cada detalle sin detenerse especialmente demasiado por miedo a darle más vueltas de lo necesario. Cada pensamiento era una metáfora. Decidió abstenerse por varios días de sus pensamientos, porque en varios días, se iba él. Quería hacerle feliz y que disfrutara de los anteriores días a su marcha, pero siempre se quedaba con ganas de más, y quién sabe si él también lo sentía. Todo se le quedaba pequeño excepto su sonrisa. Sabía que lo iba a echar de menos, y no era una persona que echara de menos fácilmente. Pero él era diferente. Le había dado todo lo que había querido y soñado durante años, pero las cosas no eran fáciles, para nada. Siempre había algo que no hacía posible su plena felicidad aunque cuando estaban juntos, todo lo demás sobraba. Pero a pesar de eso, las discusiones tocaban fondo y llegaba el momento en el que pensaba que no podía más. Pero aún así podía. A veces pensaba que podía con todo, otras en cambio con nada. Y así se le pasaba la vida, entre lágrimas y una sonrisa, porque para ella merecía la pena. Lo bueno de esto, es que muchas de las lágrimas también eran de felicidad.