10 febrero 2013

Caos.

La velocidad que cogían las lágrimas por sus mejillas era indescriptible.  Se juntaban las emociones con los sentimientos y había un total caos en su cabeza, hasta tal punto en el que su mente no podía mas y entonces más lágrimas dolidas se hacían notar por su blanca tez. Llega un punto en la vida en el que te planteas si algo de lo que haces merece la pena y miles de respuestas negativas asaltan el muro hasta llegar a lo más profundo de tu mente y quedarte en un caos totalmente absorvente. Podía referirse a un choque entre cabeza y corazón, pero era mucho más que eso. No sabía a donde se dirigía y lo más importante, donde dirigirse ahora, después de todo, después de todos. Aun así había un sentimiento que en su corazón quedara claro, por que sí, estaba en su corazón aunque las más acertadas ciencias dijeran que el amor no estaba en el corazón sino en la mente. Nada de eso le servía si sus sentimientos no estaban colocados, ordenados, tirados en la lista de espera cuál sopa de letras se tratara. Letras que se juntaban y que no concordaban con su corazón, espacios en blanco, anillos sin dedos en los que ajustarse y piel sin la que unos dedos podrían traspasar la barrera emocional. De poco le sirve escribir, lo justo para sentirte servible y amante de las letras que van sin ton ni son por cualquier lugar de su oscura habitación. Los problemas la invadían, no sabía como escapar ni como enfrentarse, se creía fuerte hasta que descubrió lo que era la verdadera fortaleza. Nunca es suficiente. Nada

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