Eran imprescindibles los momentos. Indirectamente sus miradas se veían difuminadas en una misma imagen. Dos ojos negros y dos ojos verdes ahora mismo estaban tan solo en una imagen que mostraba algo más que la definición de amor. Tendemos a clasificar tanto nuestros sentimientos que a veces hasta nos olvidamos que todos somos distintos. Se moría de ganas por besar sus labios, pero no solo era eso. Se trataba de sentir su piel a centímetros o simplemente escuchar su voz a milímetros de su oído. Todo era relativo, diferente, pero había una cosa que seguía permaneciendo ahí. Difícil y sencillo a la vez. Como aquel camarero que pone todo a cuenta de una misma persona. Había una cosa que no cambiaba y era que por mucho tiempo que pudieran tardar en darse las manos, cada vez que otra persona le preguntaba por él, se emocionaba. Sólo el mismo sol y en mitad del camino, nuestro amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario