Y se queda callada. No sabe porqué pero su cabeza baja incompresiblemente... no es ella la que tiene que agachar la cabeza ante la vida. Aunque lo que ahora quisiera es empezar a llorar y quedarse dormida por unos años, no lo va a hacer, ella se hizo una promesa una vez: iba a luchar para conseguir su propia felicidad hasta quedarse sin fuerzas. Ya no sabía como hacer para sacar una sonrisa a su cara. Estaba harta de llorar y creerse rendida ante los errores que la propia vida construyó a sus anchas. Se le viene a la cabeza la canción de "jueves" de la Oreja de Van Gogh... que tanto le sirvió para deshaogarse en malos momentos. No sabe porqué pero una lagrimilla corre por su mejilla y no quiere caer, se quiere quedar ahí interrumpiendo la belleza de sonreír. No todas las historias tienen un final feliz, piensa.